martes, 8 de septiembre de 2009

Las apariencias no engañan

Dice una sentencia que "la cara es el espejo del álma". Pues si es así, el álma de Llull está de capa caida y la de Navarro ni siquiera está disponible.
Llevaba días comentando con los amigos, desde antes del partido con Lituania, que no me gustaba el cariz que estaba tomando nuestra selección de baloncesto, por eso no había vuelto a escribir en el blog (quería mantener la euforia del anterior comentario), en espera de que empezase el campeonato y viera, en condiciones reales, el juego de nuestra selección. Pues bien, no me había equivocado. Nuestra selección no está como debiera y cualquiera que entienda un poco de esto debería haberse dado cuenta. Esto no quita para que siga pensando que debemos ganar este Europeo, pero llevárnoslo de calle, como la mayoría (sobre todo periodístas) pensaban, nada de nada.
Desde que Pepu Hernández llegó al puesto de seleccionador (se marchó por la ineptitud e incongruencia del presidente Sáez), la selección ha seguido una trayectoria, como equipo, ascendente. Pero, en este momento la caída parece inminente.
Con Pepu, como había sucedido con el anterior seleccionador, en el equipo y en su juego había alegría y brillantez, se hacían transiciones rápidas, se buscaban posiciones de tiro con paciencia cuando era menester y se defendía con intensidad. Con Aito (¿porqué te fuiste?) el equipo subió la intensidad en la defensa e incluso la velocidad en ataque. Aito, además, jerarquizó con maestría la plantilla, sin perder por ello la alegría y la brillantez en el juego.
Ahora está Escariolo (otro capricho del presidente Sáez) y, después de un mes de preparación y, a pesar de lo que dije el otro día, parece que no ha preparado nada. Ha querido cambiar la manera de jugar y el equipo va hacia atrás; ya no se corre como antes, posicionalmente el juego es mucho más farragoso y predecible y se defiende mal porque las transiciones son lentas como consecuencia de ataques mal elaborados y en los que los jugadores acaban descolocados.
Hay un dicho en el deporte: Si algo funciona, no lo toques. Pues habría que hacerselo aprender al ínclito Escariolo. ¿Alguien entiende que Reyes jugara sólo 14 o 15 minutos?
También es verdad que Pau y los de la NBA, llevan tres meses sin jugar, que Ricky y su culebrón puede que haya desestabilizado algo, que Serbia (cuidado con este equipo, me recuerda a aquella Jugoplastica que jugaba sus partidos en España, por lo de la guerra de los Balcanes y que ganó la Copa de Europa con jugadores desconocidos en aquel momento como Toni Kukoc) ha rendido al 110%, mientras España lo ha hecho al 40% y es dificil que eso vuelva a ocurrir. Pero tres semanas de preparación siempre sirvieron para afinar todas esas cosas, porque no son de recibo los porcentajes de tiros libres (pura mecánica y entrenamiento) y los de tiros de tres puntos (se entrenan los tiros en las condiciones más duras posibles que es como sucederá en los partidos) y eso nos dice que la preparación no ha sido buena. Y si la preparación no es buena, la culpa es del entrenador. Después dirán que un mal día lo tiene cualquiera, etc., pero lo que ví ayer no fue un mal día (y ojalá me equivoque) fue el síntoma de una enfermedad grave, ¿la soberbia del entrenador?, que puede llevar al enfermo a la UVI y dar al traste con todas las ilusiones.
Lo dicho, hemos perdido la alegría y la brillantez (en el único sitio que queda es en el pelo del entrenador) y la hemos cambiado por la robotización. Cuando los deportistas se comportan como funcionarios en el terreno de juego, pierden su capacidad de improvisación y se convierten en marionetas cuyos hilos mueve el señor del banquillo. Siempre he pensado que el entrenador tiene que tener cierto protagonísmo, pero tanto, tanto, creo que no es bueno.
En fin, que ustedes lo pasen bien.

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