Es una manera suave de decirlo: ¡Qué mala pata!.
Pero lo que reconoceréis conmigo es que a Carlos Sainz parece que le ha mirado no un tuerto, sino una legión de ellos. Y a los hechos y pruebas me remito:
Podía haber sido, al menos, otras dos veces campeón del mundo y no lo fue por increibles circunstancias, como que se le parara el motor del coche a menos de 500 metros de la meta en la última etapa de un rally que tenía ganado y con cuyo triunfo se proclamaría campeón del mundo por 3ª vez. Podía contar otro montón de ellas, pero seguramente ya las sabeis todos.
Desde que hace unos años comenzó a correr el Dakar le han pasaso otro buen número de cosas de esas que sólo le pasan a él. Y ayer, para rematar la faena, cuando tenía el rally en bolsillo después de ganar varias etapas, va y sale volando por un terraplén, al parecer por una mala señalización en el libro de ruta, pero le tuvo que pasar a él (aunque no fue el único, todo hay que decirlo).
En fin, debería mirar su árbol genealógico y ver que tipo de parentesco tiene con un tal Murphy (el de la famosa ley).
Habrá que tocar madera. Un saludo