martes, 13 de diciembre de 2011

¿El partido del siglo?


Ayer  hice lo que, al parecer, hizo medio mundo: ver el partido de fútbol entre el Real Madrid y el Barcelona. Lo vi en casa de un amigo que es muy, muy del Barça, pero  sin llegar a ese fanatismo absurdo que hace que te alegres igual cuando tu equipo gana que cuando el otro pierde. Quede claro, en esto están empatadas las dos aficiones, fanáticos los hay en ambos bandos, creo yo, en un porcentaje similar. En fin, que disfruté de una magnífica compañía y de un ambiente amigable y agradable. La situación era, por tanto, ideal para ver el “gran espectáculo” que se nos ofrecería en la TV; nada menos que los dos mejores equipos del mundo jugándose mucho más que los tres puntos de la competición, al menos eso es lo que nos vendió la prensa y TV durante un montón de días.

Venía el partido precedido, como digo, de infinitos análisis de todo tipo hechos por grandes “entendidos” en la materia: que por fin el Madrid estaba a la altura del Barça, que el Barça este año no anda fino en las salidas, que este Madrid de segundo año (de Mouriño) es una apisonadora que llegaba al partido tras quince (15) victorias consecutivas. Que el Madrid sacaría un equipo valiente y al ataque que presionaría sin piedad y desarmaría a un Barça que no es el de otros años. Y, fundamentalmente, que Mouriño demostraría, por fin, quien es el mejor entrenador del mundo. En el otro bando de la prensa: que si el Barça juega como sabe no tendría que perder, salvo accidente o mal arbitraje. Que Guardiola se sacaría algún conejo de la chistera, que si se perdía no pasaba nada, etc. etc. Lo de unos, rezando para tener razón, lo de los otros curándose en salud, por si acaso.

Y empieza el partido. ¡Oh sorpresa! El portero que mejor interpreta el juego con los pies le regala un balón a un jugador contrario, éste dispara, hay un rechace, y otro. Piqué hace lo contrario de lo que debe hacer un defensa y se mueve hacia atrás deshaciendo el fuera de juego de Benzema que acierta con un remate, más difícil de lo que parece, que se convierte en gol. Han transcurrido 24 segundos y el Madrid se pone en ventaja. La cara de mi amigo se ensombrece. Pero, y esto es lo grande que ha conseguido este Barça, tiene tanta fe en “su” equipo que al cabo de dos minutos me comenta: Le metemos cuatro, el Madrid se ha ido atrás. Y no le faltaba razón. El Madrid reculó diez metros y el Barça, aunque con más fallos que de costumbre, se fue adueñando del centro del campo. Curioso. En vez de ir a noquear al contrario “grogy”, el Madrid decidió esperar y buscar un contraataque con superioridad que le diera otra oportunidad de marcar, sin percatarse de que hacer eso contra el Barça es jugar a la ruleta rusa. Por el contrario, el Barça pareció no inmutarse, siguió dándole balones a Valdés para iniciar el juego desde atrás, lo que demuestra la confianza que hay en el equipo. Pasaron veinte minutos (más o menos) hasta que el Barça se hizo con el control y desde ahí hasta el final de la primera parte fue el único equipo que buscó el gol y, claro, lo consiguió. Con el partido en tablas se llegó al descanso. Partido nuevo comenzando desde cero (1-1 en este caso).

Se presumía que “el number one” haría algún cambio para intentar igualar la balanza en el centro del campo. Pero no, la cosa siguió igual. Y, claro, el Barça partió en dos al Madrid y le lavó la cara, el cuerpo y los pies. Consiguió otro gol, de rechace (quizá la diosa Fortuna quiso igualar en eso a los dos equipos) y el partido se acabó. Apareció Iniesta y demostró que jugadores como él hay muy pocos, quizá ninguno. Él solito volvió loco a todo el Madrid, que en medio de ese torbellino de juego, y ya con el 1-3 en el marcador  falló un gol cantado. Ronaldo cabeceó muy mal (quizá el ansia) cuando tenía toda la portería para él.

Cara de satisfacción en mi amigo. Se puede ganar o se puede perder, pero nunca se debe renunciar a lo que uno es. Y el Barça ES. El Madrid trata de ser (aunque no se sabe muy bien qué).

De vuelta a mi casa, íbamos oyendo la radio del coche. Nadie puso un solo pero a la victoria del equipo catalán. Bien al contrario, hasta madridistas de toda la vida como Michel o Valdano lo expusieron con meridiana claridad: hoy por hoy el Barça está muy por encima del Madrid. Sólo el “number one” del Madrid parece que sigue sin entender. Achacó la derrota a la suerte, sic: “Ganó el que más suerte tuvo”. Como dijo un periodista en una emisora: Mouriño, al igual que Alex Ferguson, pierde contra el Barça y aun no sabe por qué. Debe de ser eso: Guardiola 6, Mouriño 1… y de milagro. Habrá aun gente que siga pensando que el portugués es el mejor del mundo. Pero claro;  para gustos, colores u obsesiones en éste caso.

Feliz Navidad a todos, sean Vds. blancos, rojos, azules, verdes o del color que más les agrade.